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Ozmín y Daraja

Guerra de Granada. Los reyes de Aragón y de Castilla, Fernando e Isabel, han impuesto a sus reinos esta empresa: recuperar el reino de Granada para la cristiandad. Año 1489. Cerco de Baza. La toma de la plaza está difícil. Se producen combates, asaltos. En uno de éstos es hecha prisionera la hija del alcaide: es una bellísima doncella de diecisiete años, tan discreta y educada cuanto hermosa. Se llama Daraja y acaba de ser formalmente prometida a un joven de la nobleza granadina, pariente de Boabdil: este es Ozmín, que ama a Daraja desde niño, y desde niño ha sido correspondido. La reina Isabel queda cautivada por la discreción y buen trato de la joven cautiva. La viste con sus propios vestidos y la tiene en gran estima. Quisiera que la joven permaneciera junto a ella, pero, por las obligaciones del gobierno que tanta dedicación requieren, piensa que estará más regalada y servida en casa de un caballero de Sevilla, don Luis de Padilla, que tiene una hija de similares prendas y edad: doña Elvira. Ésta tiene un hermano, don Rodrigo, que se enamora de la huésped, como todos los jóvenes de la nobleza sevillana que la van conociendo. Mientras tanto el pobre Ozmín enferma de pena y llega a estar al borde la muerte. Sólo empieza a sanar cuando tiene noticias de su amada. Y en cuanto tiene salud suficiente se pone en camino hacia Sevilla: un camino no exento de peligros, pues la guerra continúa. Ya en Sevilla, después de algún tiempo rondando la casa de don Luis sin conseguir ver a su amada, decide, por consejo del criado que lo acompaña, pedir trabajo en la obra que se está realizando en la casa de dicho noble. Ozmín es admitido como peón, pero pasan los días y no consigue ver a Daraja. Terminan las obras. Como el mozo ha sido tan cumplidor en su trabajo, se queda en la casa con el empleo de jardinero. Por fin ahora, entre jazmines y arrayanes, los jóvenes enamorados se encuentran: ambos lloran mientras furtivamente se besan. Pasan los días. La gente de la casa, especialmente don Rodrigo, empieza a notar un excesivo trato de Daraja con el jardinero. Daraja tendrá que dar explicaciones, antes que al hijo, al padre, a don Luis de Padilla acerca de tan desigual amistad. Ingeniosa y sagaz, mostrándose siempre respetuosa y agradecida, la linda Daraja cuenta a don Luis que…  Pero tampoco es cosa de contar toda la historia. Quien tenga la curiosidad de saber cómo sigue y cómo acaba,  en el Guzmán de Alfarache la tiene a su disposición.

Una respuesta

  1. aaashhh… ahora tendre que comprar el libro… xP

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