Yo siempre pensé que el oso pardo
era el ente que más se parecía
al estúpido ente llamado ser humano.
Hasta que descubrí al pingüino;
éste sí es parecido al Homo Oso:
su aire desvalido, su torpeza
para todo (la torpeza del pato
enseñaría ex cathedra a un pingüino),
su carita de cursi gilipollas,
su graznido que ni es queja ni risa,
ni marca el territorio, ni parece
canto con que atraer a una pingüina…
Hermanos del pingüino, los humanos
somos igual de torpes, de feos, de indefensos.
Sólo los superamos en que somos
bilingües. ¿Lo son ellos? No lo creo.
Bilingües porque usamos una lengua
para hablar con los otros pingüinos de la tribu,
y otra lengua distinta
para hablar con nosotros delante del espejo.
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