La UCA (no la Unión Ciclista Algecireña, sino la Universidad de Cádiz) nos ha convocado, como cada año, a los responsables de la preparación para las Pruebas de Selectividad. La cita, en la Escuela Politécnica. Llego media hora tarde. Y la reunión, no sólo no ha empezado, sino que todavía no se sabe con seguridad en qué aula se va a celebrar. Bien es verdad que ya ha tenido lugar un preludio protocolario en el salón de actos: este año he tenido la suerte de perdérmelo. En la puerta del aula, mientras esperamos que nos den entrada, comento a alguna compañera que en cuanto nos digan que todo sigue igual, un año más, en la Prueba de Lengua, me levanto y me largo. Efectivamente, es lo primero que nos dicen. Pero yo, que he ido andando desde mi casa, una hora a buen paso, y ya me he arrellanado en la cómoda butaca (del Salón de Posgrado, donde, finalmente, nos han dado acceso), pienso que enfadarse es malo para la salud, y que adónde voy a ir, de seis a siete de la tarde, que pueda estar más a gusto que entre estos estupendos colegas. Efectivamente, he pasado tres magníficos cuartos de hora de reposo. Y ahora, a trabajar.
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