VÍCTOR BOTAS, Las rosas de Babilonia
Otros tendrán los premios. Para ellos
la suave canongía, las espaldas
donde pasar la mano, los discursos
soporíferos siempre. Otros, mira,
recorrerán tertulias de santones,
homenajes sin cuento, redacciones
de diarios importantes a la busca
de la menor reseña, de una foto,
rodeados de libros –son tan cultos…
Están luego los listos que, siguiendo
el ejemplo triunfante de algún Nobel,
llevarán a sus casas encantadas
de Mallorca o de Ibiza a los futuros
doctorandos que harán su panegírico
a cambio de un buen plato de lentejas
y de algún paseíto junto al mar.
También hay mentecatos –por ejemplo
un servidor—cuyo infinito orgullo
les impide humillarse ante otra cosa
que no sean tus ojos o la Luna.
(Trágicos dinosaurios que no aspiran
más que a dejar la huella de su paso)
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