• Páginas

  • Archivos

  • mayo 2008
    L M X J V S D
     1234
    567891011
    12131415161718
    19202122232425
    262728293031  

Mis gorilas

A Nicolás, hijo de Nicolás y de Antonia.

El lunes antepasado dediqué mi textículo, mi certepatía, mi palabrada, al Zapatero de la Moncloa… y hoy se la quiero dedicar a mis zapatos.

No fui un niño envidioso cuando fui pobre. Porque, con toda seguridad, no me sentía tan pobre: tenía padre, hermanos, abuelo, abuela, burra, cabra y cochino, dos higueras, dos granados… Lo que nunca tuve (antes de ser seminarista) fue un par de zapatos. Los que llevé el día de la Primera Comunión desaparecieron de la casa, como el traje, en cuanto me los quité: debían de ser prestados. Pero aquellos Zapatos Gorila, tan fuertes, tan flexibles, tan negros, tan suaves… ¡qué pocos niños vi que los llevaran! Además, con ellos daban, supongo que venía en la misma caja, una pelota verde, algo más pequeña que una pelota de tenis, ideal para jugar a los hoyos en las eras. ¡Eso sí que era una suerte: tener los mejores zapatos, y la mejor pelota para los hoyos! Esa suerte a mí nunca me tocó.

Hoy me desquito: mis zapatos son de marca. ¡Lo único de marca de mi atuendo! Porque los calzoncillos, que también exijo óptimos para llevar aseguradas las pelotas, los encuentro a euro y medio en cualquier hipermercado o mercadillo.

Mis zapatos son de marca. Y, además, tengo siempre dos pares: unos negros y otros marrones, para que me combinen con la ropa como manda la elegancia. Ahora sí soy rico. Tengo, aparte de los testículos bien cubiertos, dos pares de gorilas. A cambio, he perdido a mi abuelo, a mi abuela, a mi padre, a la chota que me seguía, como un perrito, negra y saltarina, por la vereda de la Acequia Baja…

¡No se puede tener todo!