• Páginas

  • Archivos

  • junio 2008
    L M X J V S D
     1
    2345678
    9101112131415
    16171819202122
    23242526272829
    30  

Río Dílar y bici

Para el día que estrenaba mi primera bici de montaña, hace un puñado de años, mi amigo Antonio el Sevillano, que es un maricón bastante sádico, trazó, para mí y para él, una ruta bien difícil: remontar el río Dílar hasta el cortijo de Rosales. Como era comienzos del verano, el río bajaba lleno, y había que cruzarlo muchas veces. Entre eso y lo abrupto del terreno, primero hasta el cortijo de Rosales y luego hasta el cortijo de Sevilla –algo tuvo que ver la familia de mi amigo con este cortijo…–, fuimos más tiempo con las bicicletas cargadas al hombro que con ellas entre las piernas.

Ayer, sin la compañía de mi amigo, di yo un paseo en bici por los parajes del Dílar, entre la ermita de Dílar y el cortijo de Macairena. Bajé al río varias veces para remontar por la opuesta vertiente. Y, aunque transité por caminos “ciclables”, resultó que, si el paseo duró dos horas, mientras las cuestas abajo no duraron más de un cuarto de hora, loas cuestas arriba me costaron una hora y tres cuartos. Fue agradable, pero acabé molido: porque no estoy entrenado, sino gordo y barrigón.

De modo que hoy, para mi paseo matutino, he preferido pasar de bici ac pedibus ambulare, oyendo los agudos silbidos de las cogujadas y el parloteo estridente de las urracas.

Exitis meliores

Andrea,

Marina,

Beatriz,

Laura,

Adrián,

Ana Belén,

Dalton,

Rafael,

Andrea,

Noemí,

Tania,

Laila

Ángel,

Rubén,

Luis,

José Manuel…

y cualquier otro de los compañeros que ahora se me haya pasado, porque os nombro de memoria…

Mi enhorabuena por vuestro aprobado en Selectividad.

Os vais del Instituto, salís, ya sí, del Instituto. Y el Instituto tiene que corregir esa frase que machaconamente os ha estado repitiendo durante años. Os ha estado diciendo cada día laboral de la semana: “De mí saldrás mejor”, Ex me melior exibis. Ahora, por fin, ese futuro se ha hecho presente; y el instituto os asegura a cada uno: “De mí sales mejor”, Ex me melior exis. Sales mejor porque has crecido física, intelectual y moralmente. Has crecido en edad, en sabiduría y en gracia, como Jesús según el Evangelio. Y gracias a vosotros, los profesores y demás gente que trabaja para la causa, si no hemos crecido, sí nos hemos sentido, al menos en parte, realizados.

A todos os deseo mucha suerte en todo. Sé que no olvidaréis el Instituto (como yo no olvido los centros en los que estudié) ni tampoco una buena porción de lo que aquí habéis aprendido. En cuanto a nosotros los profesores, en cuanto a mí por lo menos, digo como José Agustín Goytisolo en Cuadernos de El Escorial: “Prefiero que recuerden algunos de mis versos / y que olviden mi nombre.” Sólo que donde Goytisolo escribe “versos”, yo escribo “explicaciones”. Un abrazo a todos.

Manos

En el colegio de mi hija, mientras espero a su “seño”, voy mirando los murales del pasillo. Uno me atrae especialmente la atención: muchas huellas o siluetas de manos en torno a la palabra PAZ. Me recuerda esas pinturas rupestres en las que siluetas de manos humanas se ciernen sobre las figuras de los animales que cazaban, o querían cazar, aquellos “hombres primitivos”.

Parece que, desde que el hombre existe, nuestros congéneres han sentido una fuerte tendencia a hacer de la mano o las manos un símbolo para expresar el poder, el dominio, la fuerza. Un símbolo o muchos símbolos: todo un lenguaje e incluso varios lenguajes.

Pienso en la gran cantidad de palabras castellanas que han heredado el lexema de manus del latín; palabras con significados muy diversos, como mancebo, emancipación, mantener, mandar…

Pienso igualmente en la enorme cantidad de acepciones que la palabra mano tiene en el Diccionario de la Real Academia; y más enorme aún la cantidad de locuciones de las que forma parte esta palabra.

Y pienso también en algunos pasajes de obras literarias en las que ese poder simbólico de la mano queda patente, por ejemplo en escenas de ese poema fundacional de la literatura española que es el Cantar de Mio Cid:

Mio Cid Ruy Díaz por las puertas entraba,

en la mano trae desnuda la espada.

En las canciones populares de ahora, encontramos la misma presencia continua y simbólica de las manos. En ese maravilloso invento de la Junta de Andalucía que son las pruebas de diagnóstico, concretamente en las de 3º de la ESO del curso pasado, los alumnos tenían que explicar o comentar la letra de una canción después de oírla. Era esta canción de “Hay manos buenas, hay manos malas, / manos que curan, manos que matan”, de Andy y Lucas.

Como acabo de decir, la cantidad de locuciones en las que está presente la palabra es infinita (a mano armada, echar una mano, una mano de…). A acariciar, oponemos manosear. A quien es habilidoso con sus manos le llamamos manitas; al que es lo contrario, manazas. En el partido España-Italia del domingo pasado veíamos al seleccionador italiano hablando con sus jugadores en un lenguaje manual, en lugar de hacerlo a gritos de apoplejía como el seleccionador español. Y en el mismo partido veíamos al Rey de España alzar los dos brazos y apretar, con su fuerza ya senil, los puños, gesto cuyo significado no hay que traducir. Como no hay que traducir la frase en latín con la que voy a terminar (porque ya hay que terminar, digo yo…). Es la última frase que pronunció Cristo en la Cruz, en ella una vez más presente el valor simbólico de las manos: “Pater, in manus tuas commendo spiritum meum”. No hace falta traducir…