Es consustancial a los jóvenes no dejarse aconsejar templanza y escepticismo. Cualquier duda se convierte para ellos en un freno, porque necesitan fe e ideales para desatar su energía interior. E incluso la locura más radical y absurda, con tal de que los entusiasme, les resulta más importante que la sabiduría más sublime, que debilita su fuerza de voluntad.
Stefan Zweig, Montaigne. Acantilado. Barcelona, 2008.
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Suscribo también esas palabras, que parecen eternas. Los jóvenes responden a clichés ancestrales; nada nuevo, pues, de nuevo, bajo el sol. Los que nos dedicamos a esto de la enseñanza bien lo sabemos…
Basta con fijarse en la mirada ausente de un adolescente mientras oye sin oir los consejos de los mayores. Tarea inutil, por los siglos de los siglos.
Un saludo
¿que pasa nunca habeis sido jovenes? ¿nacisteis ya en edad adulta?