Si yo tuviera que decir cuál es mi título académico, me gustaría poder asegurar que soy filóglota, en lugar de filólogo. Mi torpeza cultivada y congénita ha hecho de mí el burro flautista de las lenguas; pero me encantan todas las flautas, todas las lenguas. Lo que yo hubiera disfrutado en aquella PreHispanoAmérica en la que, según Lodares (qepd), los españoles caminaban una hora entre árboles y bichos raros y enseguida se topaban con otra tribu de distinta lengua.
Me encantan las lenguas. En estos días de finales del curso académico, cuando oigo a los alumnos que cuchichean sobre “aprobar la Lengua”, se me ocurre: “a probar la lengua… me apunto”.
El título de esta entrada de hoy tiene que ver con dos lenguas femeninas de la radio (Onda Cero): la vespertina (o sea, viperina) pertenece a Julia Otero; la matutina (o sea, mastontina) es propiedad de Isabel Gemio. No oigo mucho a ninguna de las dos; pero de tener tiempo, tranquilidad y dos dedos de luces, le dedicaría una sustanciosa tajada de mis haberes, de mis saberes, a la primera, la de Julia. Porque, sobre todas, me encantan las lenguas bífidas: ésas que no sirven para comulgar con hostias de partido.
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