Tú naciste hace apenas unas lunas,
unos cuantos veranos, tres tormentas,
unos cientos de auroras cenicientas
y cien noches de vino y aceitunas.
Fuiste jugoso junco en la ribera
de una acequia florida. Luego un pino
montaraz, vigoroso, señor del torbellino.
Y luego diste frutos de noguera.
Y una hoguera de frondas en octubre
que se extinguió en la tierra. En la tierra que cubre
tus raíces, que sienten ya el frío de la peña.
Un ciego frío que te irá calando
desde el tronco a las ramas; que se irán derramando
y ya no serán ramas sino leña.
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Una hermosa elegía. Yo pondría estos versos en la tumba de quiien los haya inspirado, si fuera el caso.
Un abrazo
P.S.: te leo con retraso, pero te leo.
Gracias, Mery. Yo también te leo; aunque me corto ante la corte de comentaristas que te sigue.