El bramido del Este es el del Puerto
y dura todo el año. Las grúas nunca paran,
ni la reparación de buques, ni
su aprovisionamiento.
El ruido del Oeste es otra cosa:
es la Feria, que dura una semana
(semana del solsticio de verano).
No me molesta el ruido,
salvo cuando se acopla con el de mi cabeza.
La resonancia es peligrosa: lo afirman los expertos,
lo prueban ciertos casos desastrados.
La noche de esta noche, oh noche de San Juan,
voy a prender mi hoguera,
alimentada con… con todas las épaves
que han dejado en mi playa las resacas
(como Robert De Niro en La misión,
arrastro este ruidoso bagaje lamentable);
y con mi ropa vieja del invierno.
Y como Kevin Costner en Bailando con lobos,
danzaré en su redor hasta la madrugada.
El sol saldrá y me encontrará nadando,
purificándome en el mar; y me bendecirá benigno.
Y ya purificado, liberado
de mi carga de restos de naufragio,
volveré a la Ciudad,
en la que no será ningún problema
para mí el fragor de su ajetreo.
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