Otra vez me ha acogido
el doblar de campanas.
Tan, tan, tan, tres clamores:
luego el muerto era un hombre.
Era un hombre: ya sólo es lo que queda en la memoria
de los hijos, de prójimos, de amigos.
Y, para compensarme, mi pueblo me ha ofrecido
su gran feria del mosto. El vino nuevo para
los paladares estragados por
lo amargo de la vida, la acidez de la envidia,
por la lepra del paro.
Las familias se juntan (a veces lo contrario),
andan codo con codo ante la adversidad.
Nuevas vidas: Jimena va a tener una hermana.
Y se ha acabado el puente. Volvemos al trabajo.
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