Cuánto tiempo soñé con tener un castillo
y con tener un bosque
que poder compartir con los amigos.
Aunque, pasado un tiempo, comencé a conformarme
con tener un caballo y un camino,
y por destino el horizonte.
Pasó más tiempo y renuncié al caballo,
pues vi que para andar bastaban las sandalias.
Siguió pasando el tiempo.
Y vi que las sandalias no hacían falta,
que el verdadero peregrino anda descalzo,
y acaricia a la Tierra, su madre, mientras anda.
Pero pasó más tiempo.
Comprendí que mi vida no era caminar,
sino ser tierra de camino;
y acoger esta huella
de un caminante que camina y sueña
con tener un castillo
y con tener un bosque
que poder compartir con los amigos.
Filed under: Poemas | 2 Comments »