Nuestros alumnos de Secundaria, después de tres lustros de escolarización intensiva, no saben usar el punto en la escritura. Hablo, claro, de la mayoría de los alumnos, no de todos.
Y ahora, queridos lectores, me preguntaréis si eso es importante. Al fin y al cabo, un punto es como una cagada de mosca en la escritura. Cuantos menos, mejor.
Quizá tengáis razón. He conocido a colegas, profesores de Lengua y Literatura como yo, obsesionados con las tildes, a los que les parecía una mariconada eso de poner un puntido a las jotas e íes minúsculas: ellos no los ponían nunca.
No obstante, yo me mantengo, tozudo, en mi idea de que es importante el uso correcto del punto. Incluso creo que debe ser la primera lección en el aprendizaje de la escritura: porque es la más fácil. Escribir una a –escritura manual- tiene muchas complicaciones: sus curvas y contracurvas resultan mareantes. Pero un punto… es un golpecito en el folio con la punta del boli: ¿habrá cosa más fácil?
Ahora bien, tampoco hay que pensar que, como son fáciles de fabricar, los vamos a esparcir en nuestros escritos como quien siembra trigo: “salió el sembrador a sembrar su semilla”… Esto podría colar en el puntillismo de Educación Plástica y Visual. E incluso aquí tiene sus riesgos: sé de buena tienta que hace pocos días, en un colegio de esta ciudad, la madre de un parvulito –o parvulita- interpretó un dibujo puntillista en un mural del aula de su retoño como un aviso de que en el colegio había epidemia de varicela.
Volvamos a los puntos de la escritura: los que son propiedad inalienable de las dos letras arriba mencionadas, o de los signos de interrogación y exclamación, el punto y seguido, el punto y aparte, el punto final, los dos puntos, a los que tumbas –boca arriba o boca abajo- y los conviertes en diéresis. Los puntos suspensivos, que son estrictamente tres, y no los que buenamente nos salgan de la punta del bolígrafo.
Tenemos que aprender a usar el punto, y a diferenciarlo de la coma: un punto y coma no es un coma y coma ni es un punto y punto. Y la i de vez en cuando, o sea cuando manda la Academia, no lleva punto sino tilde. ¿Y nuestros alumnos no van a ser capaces de diferenciar uno de otra? ¿Tan obtusos de mente han de ser?
Aprended a usar el punto, hijos míos. Y acordaos de lo que dijo Cristo: ¿Quién va a ser fiel en lo mucho después de demostrar que no es fiel en lo poco?
Filed under: Apuntes |
Deja una respuesta