Efectivamente, como anunciaba en la anterior entrada, ayer me negué a participar en el sarao matutino. Y como veo más que posible que los “objetores de conciencia” –no he sido el único- seamos objeto de algún reproche a la vuelta de las vacaciones, comento anticipadamente:
- Para un acontecimiento que implique a todo el personal del centro durante toda una mañana –oficialmente lectiva- lo lógico sería convocar un claustro extraordinario, en el que exponer un proyecto y oír opiniones.
- Está claro que en la palabra cultura cabe todo; y, por tanto, también en la Semana Cultural. Lo que yo lamento es que esta macrofiesta del instituto forma parte de lo que Mario Vargas Llosa viene considerando –esperamos el ensayo que prepara sobre el tema- la reducción de la cultura en la actualidad a la cultura del espectáculo.
- En cuanto a modo de diversión, creo que esta fiesta lo fue principalmente porque ocupó una mañana oficialmente laborable. A saber cuánto público hubiera concitado el sarao de haberse convocado, por ejemplo, para la tarde del miércoles, o sea, la tarde siguiente a las dos tardes que tuvimos de evaluaciones.
- Gracias a la macrofiesta, la entrega de los boletines de calificación quedó reducida en el instituto a algo residual, insignificante, irrelevante. El muchacho se acerca a recoger sus notas disfrazado, maquillado y cansado de cuatro horas seguidas de baile: “Toma: tienes seis suspensos”. “Bueno… Ya. No pasa nada. Ya recuperaré… Lo importante es que lo hemos pasado superguay”.
Filed under: Apuntes | 4 Comments »