Unamuno tendría que llamarse
Unamono, un nombre redundante.
En el vate Unamuno no hay debate;
solo hay Unamuno: es para hartarse
antes del postre, que sería postrarse
ante la estatua viva de este orate
que no cabe en su estatua de tan grande.
San Miguel de Unamuno, Amado Padre,
con fervor te pedimos que nos salves
de ti, de tanto unamonismo unánime.
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Querido padre, qué interesante sería ver los comentarios de texto que tus alumnos podrían escribir sobre esta coplilla…
He estado pensando en borrar esos versos sobre Unamuno desde que los escribí. Pero no lo he hecho… Así que ahí quedan. Creo que este escritor tenía una vena paranoica que me provoca un fuerte rechazo. Salvo sea el respeto debido, por supuesto. Un beso.