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El invento del verbo

Ayer en El Mundo, que se queda sin Pedro J., el filósofo Antonio Escohotado, en una densa -y algo seca- tribuna, se congratulaba por el descubrimiento de Internet, como recurso eficaz de la gente frente a los dictadores y redentores: “[…] al lastre del redentor y sus fieles debemos añadir el contrapeso de la inteligencia, que acaba de descubrir algo equivalente a la rueda y el fuego con internet”.

“Equivalente a la rueda y el fuego”… Dos portentosos descubrimientos, efectivamente.

La verdad es que el hombre, desde que existe como especie, no ha parado de descubrir, de encontrar, de inventar. Y, a la altura e importancia de esos tres felices hallazgos, fuego, rueda e internet, se sitúan sin duda otros dos: la escritura y la imprenta. Al escribir lo cual, sin duda yo barro para casa, para la casa de la palabra, hablada o escrita. En la Universidad yo estudié Filología, o sea, las disciplinas basadas en el amor a la palabra. Y siempre me he sentido filólogo, amante de las palabras.

El hombre es homo loquens. Es hombre porque habla. La escritura multiplicó por cien las posibilidades del habla. La imprenta multiplicó por mil las posibilidades de la escritura. Y ahora Internet ha multiplicado por un millón las posibilidades de la imprenta.

A todo invento, convertido en utensilio para la mejora de la humanidad, debemos tenerle respeto, si no veneración. Pero, lamentablemente, en el mundo hay muchísimo mal uso de las cosas buenas. En algunos casos, los menos, por maldad. En otros casos, los más, por dejadez e inconsciencia.

Busquemos en todo la perfección. Es la única manera de que mejoremos algo.

Tanto si cocinamos un potaje -¡qué gran invento el potaje, con todas sus variantes!- como si escribimos un e-mail de dos líneas, busquemos la perfección.

Hace unos cuantos años le comentaba yo a un colega –él andaba haciendo su tesis doctoral sobre las bibliotecas escolares- lo chocante que me resultaba que personas con muchos estudios y títulos académicos enviaran unos correos desastrosamente redactados, plagados de erratas y de faltas. Pero mi colega los defendió –y se defendió-: “Es que si yo abro mi correo y me encuentro con veinte o treinta mensajes que tengo que contestar, o los contesto de esa manera o no los contesto”. Total, que ni yo lo convencí ni él me convenció.

En aquella conversación con mi colega, durante mi hora de guardia de biblioteca, yo no contraargumenté con el argumento que ahora se me ocurre: “Con cada breve e-mail que redactas, estás ensayando, ejercitándote, practicando para la redacción de tu tesis doctoral. Si te tomas tan a la ligera esos ensayos, puede que a tu tesis doctoral le ocurra lo que a muchas otras: que no hay quien las lea.”

3 respuestas

  1. Es cierto que la inquietud del hombre por descubrir no ha cesado desde que existe como especie, y es por ello que puedo escribir estas líneas aquí en este blog, pero creo que el «progreso» se halla descompensado.

    Existe tecnología suficiente como para solventar las carencias básicas de todos los habitantes de la tierra, tecnología sin embargo que no todos pueden disfrutar (África), y de la que unos pocos abusan (Cohetes al espacio…). Ello es debido a la vanagloria de la tecnología, al ego consecuente de no prevenir y que ahora no podemos remediar.

    Todo transcurre a un ritmo insano, sin rumbo cierto, sin un fin concreto que nos beneficie a todos, por eso cada vez la comida tiene menos sabor, y las tesis doctorales son cada vez más absurdas, y es por esa descompensación: la balanza está demasiado inclinada a favor de un extremo. Mucha tecnología, pero pocos son los que se resisten a las tentativas del diablo. Poca ética, poca consciencia de la vida en general.

    «¿Vas a estudiar filosofía? Já. Eso no tiene salida». En esta sociedad desde luego no.

    Pido perdón por, quizá, el tono oscuro con el que se pueden malinterpretar mis palabras. Estoy en paz, sin rencores, pero ello no resta que tenga esa visión del mundo. Aprecio la tecnología, pero con su debido respeto, como bien dice.

    PD: Estoy convencido de que los potajes desaparecerán pronto, a no ser que Apple nos sorprenda con la «iOlla» (con reproductor mp3, por supuesto).

    • Destaco una frase de tu comentario: «poca conciencia de la vida en general». Así es. Nuestra visión, miope, nos encierra en nuestros particularismos, egoísmos, comodidades. Es más cómodo tirar un papel al suelo que llevarlo con nosotros hasta encontrar una papelera. Despreciamos el gran invento de la papelera.

      • Coincido plenamente en sus palabras. Otra cosa que se me olvidó comentar acerca del comportamiento de su colega: dijo el hijo de Dios: «Quien no demuestra en lo poco no demuestra en lo mucho», frase que, quizá no con las mismas palabras, pero sí la misma idea, ha predicho con bastante certeza el comportamiento de muchos individuos.

        Un saludo y que sigan viendo la luz más textos como este.

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