A mis queridos ex- alumnos, alumnas, colegas y colegos
del IES Saladillo.
Ya llegó San Valentín
y rezarle no hace daño;
pero, si yo no me engaño,
es mejor rezarle sin
desmayo, duda ni fin
al heroico San Valiente.
Santo al que no se le miente
agasajándolo un día
para luego ir por la vía
de San Ego solamente.
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«rezarle sin
desmayo, duda ni fin
»
Cierto…
Siempre he ido en contra de la, ¿festividad?, no sé cuál es el nombre adecuado, bueno, «San Valentín». Pero, tras años de intransigencia, y debido a lo observado, he llegado a la conclusión de que puede ser más fructífero «celebrarlo» que no celebrarlo. Otro punto de apoyo más que poder aprovechar… Sin exagerar la importancia que pueda tener este día, ya que se trata de un día más.
Sigo en contra de celebrar la mayoría de las fiestas -navidades, etc.- en el modo en que aún las celebramos, «al estilo occidental», ya que se están perdiendo los auténticos motivos de su celebración, pero en el caso de San Valentín, es algo más íntimo e indefinido…
A día de hoy, el único inconveniente que noto es esa sensación que se produce en aquellos a los que la suerte no sonríe en este día, y, en mi caso, bien lo merezco, ya que poco tiempo he dedicado al santo.
Se me antoja escuchar una canción como terapia, cuyo fragmento final traducido a nuestro idioma queda así:
«Huir y esconderse, es algo cobarde.
Todas las opciones agotadas, excepto la anestesia.
Anestesia.
No siento nada.
No siento nada.»
PD: Le doy las gracias en calidad de ex-alumno por el poema.
Me atengo a mi recomendación: que le reces a San Valiente, santo de todo el año. San Valentín es un santo de rango muy inferior en la corte celestial.