Si supiéramos bien, a ciencia cierta,
cuántos pasos distamos de la muerte,
seguro que obraríamos de suerte
que la muerte sería ya la muerta.
Pero nos acercamos a su puerta
ignorantes, felices. Nadie advierte
cuán breve es el trayecto hasta que inerte
cae su cuerpo y ya no se despierta.
Obrar cual si supiéramos el día
que el seno de la tierra ha de acogernos:
con piedad, con amor, con alegría.
Ser útiles, sencillos, firmes, tiernos.
La vida es nuestra, no tuya ni mía.
Compartir o acabar en los infiernos.
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