Mirar la oscuridad me reconforta
cuando encallo entre el sueño y la vigilia.
Mirar la oscuridad me reconcilia
conmigo y con el mundo que me importa.
Mi brújula, que al sol se me desnorta,
se aclara cuando, lúcida, la auxilia
la calma noche, objeto de su filia.
Noche, silencio, soledad absorta.
Y va pasando el tiempo, dulcemente.
El alma va bebiendo la armonía
de la noche serena. Luego siente,
cuando la aurora va a anunciar el día,
que el sueño se la lleva hasta la fuente
de la que mana el verbo y la poesía.
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Muy bonita forma de describirlo. Muchas veces he reflexionado acerca de la noche. ¿Por qué no es lo mismo hablar y pensar en la noche? Ya en tiempos bíblicos nuestros antecesores supieron beneficiarse de su misterio, alrededor de una lumbre. Y ahora hay algunos que se pierden, entre las luces de neones…
¡Un saludo!
La etimología latina de «día» emparenta esta palabra con las divinidades superiores. La palabra «noche» -NOX- tiene que ver con el verbo NOCEO, hacer daño. O sea, el día es divino, pero la noche es nociva, peligrosa. Los europeos actuales le hemos perdido el miedo a la noche. En general pensamos, con razón, que tanto en el día como en la noche podemos tener experiencias dañinas y también experiencias maravillosas.
Gracias, Mario, una vez más, por visitar Certe patet.
Desconocía ese dato, me ha resultado bastante curioso. Como siempre, las cosas tienen una razón de ser, hasta los nombres…
Gracias a usted, por su respuesta y su entrada!
Qué maravilla de poema! Conforme vas leyéndolo vas sintiendo esa paz interior que te da la noche, la naturaleza…
¡Cuánto me alegra que te guste este soneto! Para mí ha resultado excepcional por lo siguiente: salió «del tirón», sin un solo tachón en el borrador.