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Asignatura

En la catástrofe del Airbus de Germanwings había ya indicios claros de que la causa había sido la enfermedad psíquica  del joven copiloto y, aun así, la mayoría de los comentarios en los medios de comunicación se enfocaban hacia algunos detalles técnicos de la aeronave.

Creo que, en pleno siglo XXI, seguimos, al menos en algunos países desarrollados, considerando de poca relevancia la salud mental de los ciudadanos. En contra del primer imperativo socrático: conócete a ti mismo, base de la salud completa.

Es imperdonable que, a estas alturas, cuando las distintas ramas, tendencias, investigaciones y disciplinas científicas en torno a la psicología han aportado tanto para el conocimiento de la conducta humana y de su etiología, sigamos pensando, en general, que cada persona es como es, y que ese tipo de estudios o de entretenimientos es ocupación propia de quien tiene los problemas económicos o de salud física resueltos.

El ser humano, como tal, es muy complejo. Es biología y cultura. Y, en gran medida, su salud dependerá de que mantenga en armonía esos dos componentes básicos. Si, por el contrario, esa armonía se rompe, lo que obtenemos es un individuo (o muchos) enfermo. Todo reino dividido, dijo Cristo, sucumbirá. Ciertamente. Y todo individuo en conflicto consigo mismo enfermará primero y, si no resuelve su conflicto, perecerá.

Pero desde las instancias de poder nunca o casi nunca se ha pretendido llegar a una sociedad de individuos sanos, sino de individuos sumisos: a unos dogmas religiosos, a una jerarquía, a una ideología, a un reglamento, a un boletín oficial.

Es hora de que las sociedades modernas valoren tanto las ciencias de la psicología humana como las ciencias de la biología humana. Y por tanto es hora de que en los institutos de educación secundaria se imparta la asignatura de psicología en igualdad de importancia con la biología humana o con la biología general.

Tendrá que ser así si queremos que el mundo esté poblado por seres humanos razonablemente saludables y felices; y no por seres humanos meramente bien alimentados, bien alojados, bien transportados, bien tratados farmacológicamente, bien intervenidos quirúrgicamente, pero íntimamente descontentos y desgraciados.