Hijo de un municipal,
aprendí a moverme cauto
entre hombres de gran auto,
entre gente principal.
Y no me ha ido tan mal…
Una real señorona
me abrió paso a la poltrona
de esta insigne sinecura.
Y aunque siempre hay quien murmura,
no se inmuta mi persona.
Filed under: Poemas | Leave a comment »