Hoy escribo un pastel de berenjenas
al que voy a invitarte, Garcilaso.
Verso a verso, sin prisa, paso a paso,
que la prisa estropea las faenas.
Dos, no más, berenjenas superbuenas
(que de qué súper son no viene al caso);
queso en lonchas e hilado; un cuenco raso
de tomates sin piel; y de las venas
de los olivos de esta Andalucía,
el oro en que se funden las sustancias.
Lo introduzco en el horno del hogar;
y, atento a la cocción, sigo la guía
del crono, que controla las estancias.
¡Listo ya! Garcilaso, ¿tienes hambre?
Pues bendiga tu hambre este manjar.
Filed under: Versos |
Deja una respuesta