Quienes desayunamos temprano y con la radio encendida, vamos ingiriendo, con el café y las tostadas, nuestra primer ración de malas noticias del día, siempre con la esperanza puesta en que, entre las malas, se cuele una buena.
La que más ha llamado hoy mi atención —no sé, curiosamente, si buena o mala— es la de la embarazada a cuyo feto se le ha detectado microcefalia causada por el virus del zika, a pesar de lo cual la mujer ha decidido seguir adelante con el embarazo.
La crianza de los hijos es una tarea larga y compleja; y la que, por encima de otras muchas, nos produce la más clara sensación de estar realizándonos como seres humanos. Mecanismos, seguramente, de la naturaleza, siempre al servicio de la pervivencia de la especie.
Sólo hay una tarea que me parezca más larga y compleja que la de la crianza de los hijos: la crianza de hijos con alguna discapacidad severa (de las leves, todos tenemos unas cuantas).
Por ello ahora, prescindiendo de retórica y de rollo, me limito a desear para esta buena señora, y para la criatura que se propone alumbrar, toda la suerte y toda la ayuda posible.
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