A Nicolás Rivero
Veranos de adolescente
en una mísera aldea.
Cuando al fin de la tarea
al sol, en la era ardiente,
no encontrabas una fuente
que te quitara picores.
Y añorando los frescores
de río, estanque o alberca,
en un charco, como puerca,
dejabas los malhumores.
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