A comienzos del verano que hoy termina, concretamente en la «mañanita de San Juan», nos despertamos con la amarga noticia —no para todos amarga, claro— de que en el Reino Unido había ganado el voto del Brexit. Un desgarrón en Europa que ojalá se resuelva como una intervención de fina cirugía, y apenas deje cicatriz.
En la prensa de ayer, dos tribunas muy interesantes sobre el nacionalismo catalán: una en El Mundo («Cataluña persiste», de Gabriel Tortella) y otra en El País («Gandhi, Cataluña y Tardá», de Eva Borreguero). Las dos desmontando mitos, iluminando hechos históricos.
A mi amigo JS, catedrático de Historia Contemporánea, muy ligado, incluso familiarmente, a Cataluña, y la persona más y mejor informada a la que yo pueda consultar, le pido su opinión sobre estas páginas periodísticas. Y me contesta escuetamente —es un hombre ocupado—: «Es cierto [entiendo que el contenido de ambas tribunas], lo cual no significa que vayan a fracasar [entiendo que los independentistas catalanes], eso es otro cantar».
Ergo, según mi amigo, el Catexit es algo bastante más posible de lo que muchos quisiéramos.
Si llegara a producirse, en amplios ámbitos sería, creo yo, más doloroso que el Brexit. Y además, probablemente estaría mucho peor gestionado: los políticos locales —entiéndanme: de España— tiene poca talla para gestionar un problema de tal envergadura.
Mientras tanto, habrá que seguir alegrándose de que la Unión Europea sigue adelante, con graves problemas, pero adelante; alegrándose de que crecen las entidades supranacionales, de que la ciudadanía del mundo se propaga sin cesar.
Yo he viajado poco, pero he leído no poco. Y leyendo también se puede uno sentir ciudadano del mundo, cosmopolita. Sócrates, que yo sepa, no salió nunca de su tierra natal; sin embargo fue el primero en emplear el término cosmopolita: para referirse a sí mismo.
Filed under: Comentarios | Leave a comment »