No estoy al tanto de la culturilla local. Tampoco leo los periódicos locales. Por supuesto que no me jacto de ello, sólo lo reconozco.
Así que no sé nada de las críticas o elogios dirigidos a las autoridades municipales o portuarias por el nuevo emplazamiento de la estatua de Paco de Lucía. Uno ya se había acostumbrado a verla en el centro de la rotonda del Varadero, donde no resultaba más cercana, pero sí más alta y señera. Bien. Demos por bueno el desplazamiento.
Paco de Lucía no es una figura de la culturilla local: todo el mundo sabe que es un músico y guitarrista de todo el mundo.
Ahora su estatua ha vuelto a la entrada principal, remozada y remodelada, del puerto de Algeciras. Me parece muy bien. Por cierto, no tengo ni idea de quién esculpió la estatua. Como tampoco tengo idea de quién puede haber sido el diseñador del nuevo pedestal, troncocónico. Bonito pedestal, claro que sí.
¿Qué es, entonces, lo que no me gusta? La frase que lo corona, supuestamente dicha —me inclino a creer, y no escrita— por Paco de Lucía. Una frase de esas que se improvisan en la comunicación oral y que todo el mundo entiende, que contiene una gran verdad, pero ha sido dicha de manera tosca, falta de precisión léxica, inadecuada como frase lapidaria.
No la voy a reproducir aquí.
Ya no tendría sentido ni utilidad proponer que se cambiara esa frase o se puliera. Habrían quedado muy bien unas palabras en las que la ciudad manifestara su cariño, agradecimiento y homenaje al hijo predilecto. Pero ya está hecho el pedestal: permanezca donde está y como está.
Ahora, que el Municipio y el Puerto, verdaderamente atentos al contenido de la poco pulida frase del guitarrista, instalen un sistema de altavoces por los que, si no permanentemente sí durante muchas horas, los viandantes, en esa zona tan transitada de la ciudad, puedan oír, sin estridencias y con calidad de sonido, la portentosa música de Paco de Lucía.
Filed under: Comentarios | Leave a comment »