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Futura

Apuntábamos ayer la posible –o incluso inminente– aparición, si la Tierra no sufre antes un definitivo cataclismo natural o artificial, de una nueva especie, generada a partir del Homo Sapiens y superadora de éste.

Veamos ahora alguna de las características de ese Superhomo.

La primera será la adaptación a entornos con severa escasez de agua potable: la consistencia de su piel, similar a la de los lagartos, y la pequeña proporción de componentes orgánicos le permitirán vivir cómodamente en desiertos como el de Sonora o el de Iberia, o en planetas inhabitables para el Sapiens.

La segunda será la organización social y política, deducida a través de programas informáticos. De modo que, si podrán vivir en un medio de poca agua, lo harán igualmente en una comunidad sin individuos dedicados a la política.

Y la tercera sería el régimen de aprovechamiento de los Sapiens no eliminados sino mantenidos como especie domesticada y auxiliar. También a éstos los organizarán según una clasificación científica, no de “a ojo de buen cubero” como la que empleaban los romanos de la Antigüedad con sus esclavos. Los destinados a servicios subterráneos marítimos, rurales, industriales, urbanos, domésticos, habrán sido seleccionados en función de sus mejores cualidades; de modo que podrán sentirse realizados, agradecidos y cómodos en ese régimen de esclavitud benigna, por lo que no habrá conatos de rebelión (no habrá Espartacos, por seguir con el contrasímil), lo mismo que ahora no los hay entre las ovejas o las gallinas.

De modo que los Superhomos regirán un mundo en paz, por lo menos mientras no encuentren, en sus viajes por el Espacio, algunos entes vivos que les busquen las cosquillas.

La agresión independentista

https://elpais.com/cultura/2017/11/13/actualidad/1510576109_231556.html

Que trata de lo que verá el que lo leyere

El crimen, el delito mayor contra la moral y el derecho, yo lo clasificaría en interno y externo.

Con interno me refiero al que se comete dentro de las familias. El primer criminal según la Biblia fue Caín, que mató a su hermano Abel. Desde entonces hasta ayer, triste día en que nos anonadó la espantosa noticia de que un padre había degollado a su hijita de dos años. Pasando por Medea –anteayer la trajo a Gójar Remedios Higueras y su compañía teatral Aristai, magníficamente–, la abandonada por Jasón y asesina de sus propios hijos.

El crimen externo es un delito entre vecinos: nadie mata al que está a una distancia insalvable. Lo que ocurre es que, en el mundo actual, todos, además de congéneres –qué pena que no hermanos–, somos vecinos: los aviones, y más las comunicaciones, vuelan muy rápido.

En sociedades tecnológicamente menos evolucionadas, el crimen se cometía contra el rival. Y recordaremos que rival viene de rivus, arroyo. Los rivales eran los vecinos beneficiados por las claras corrientes de un mismo arroyo, quienes, en no pocas ocasiones, han llegado a matarse por desavenencias en el reparto del agua.

El gran invento para justificar la matanza de vecinos fue el de nación, que llegó a su culmen, de atrocidades, en el siglo XX: mientras no termine el XXI; cuando eso ocurra, quien esté vivo y estudie Historia podrá saber si el XXI ha superado al XX.

Como decía hace unas líneas, ya todo el mundo es vecino, rival por tanto.

Urge crear o reactivar una serie de instituciones internacionales, mundiales, que apliquen un código común, un Derecho Internacional efectivo, para el trato entre vecinos, entre todos los humanos. Y urge que los Estados constituidos como democracias presionen por medios legales a aquellos que no lo son, para que también se conviertan en democracias homologadas.

Pero es muy posible que ese deseo, o milagro, no se cumpla. Que, entre catástrofes naturales –como el terremoto de esta pasada tarde/noche en una zona de la frontera entre Irak e Irán–, catástrofes naturales propiciadas por los humanos –cambio climático…– y guerras, el siglo XXI sea más horrible que todos los anteriores.

Pero, además, hay otro peligro en el horizonte… El humano lleva camino de crear, mediante la manipulación genética, la tecnología cíborg y la inteligencia artificial, una especie nueva que supere a su creador. Y lo lógico es pensar que ese superhomo tratará a los humanos como los humanos han tratado a las especies domesticadas, vacas, ovejas o caballos: en su propio beneficio; es decir, eliminando a los rebeldes y favoreciendo a los sumisos.

Como decía en mi pueblo el viejo Don Pepe, el que viva lo verá.