He pasado por varias tentativas, anteriores a ésta de fin de año, de dar por acabado el cuaderno de versos titulado Decimanía.
Ahora, añadiendo al título la coletilla del número, sé que la finalización del 31 de diciembre va a ser la definitiva. Sin librarme del peligro, es lo malo, de continuar poseído por la manía. En tal caso, podría aparecer más adelante un cuaderno titulado Decimanía -18, o Decimanía -20.
Me gustaría, ciertamente, que las décimas me dejaran ya en paz, verme más libre para escribir en otras formas o géneros. Pero no descarto nada: el futuro siempre es incierto.
El caso es que en los meses de noviembre y diciembre de 2017 han seguido saliendo del horno las décimas: cincuenta y tantas; que ya han quedado incorporadas, con sus fechas, por si algún visitante de este blog decide echarles un vistazo.
Algo tiene la décima que atrapa. A mí, por supuesto, me ha atrapado bien, como demuestra el hecho de que apareciera primero Lo que en décimas decimos, y ahora este Decimanía -17, mucho más extenso.
Una vez publicadas, aunque sea en un blog, dejan de ser del autor y se convierten en autónomas. Ojalá algunas de ellas se defiendan tan bien que puedan seguir viviendo en archivos informáticos, en papel, o en la memoria de algún curioso lector. Si así no sucediere, al menos yo tendré que agradecerles lo mucho que me han entretenido mientras las traía a la vida.
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