Preocupado me ha tenido,
en mi rincón silencioso,
una cosa casi acoso:
un prolongado silbido,
no de ave que ha venido,
más bien una contraseña.
Presenté informe a la dueña:
de un tan severo peligro
que yo casi casi emigro.
La dueña indaga, se empeña
en que la causa es pequeña.
Y son… gemidos de puerta;
tres gotas de aceite y… muerta.
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