No voy a contar una anécdota anodina en la que se hizo realidad el hecho de este título. Voy a decir algo sobre algún uso de la tilde, en concreto, de un uso que contraviene una norma de la Ortografía de la lengua española (la de las Academias, 2010). Según la cual Ortografía, el uso de la tilde que he hecho en mi título de hoy, es incorrecto. ¿Por qué? Porque debo considerar que rió es un “monosílabo ortográfico”, al que no corresponde la tilde.
Pero este arriba firmante piensa que es una incoherencia lógica, un círculo cuadrado, eso de “monosílabo ortográfico”. Las palabras son monosílabas, o bisílabas etc., por la pronunciación que de ellas hacen los hablantes: por su prosodia, no por su ortografía. Y rió, como fió, guión, truhán, liáis, las pronuncio yo, y la inmensa mayoría de hablantes al menos en España, como palabras bisílabas.
Creo que los académicos han sido, en este caso, demasiado tajantes. Tendrían que haber aceptado la opción de que los hablantes que perciban claramente ese tipo de palabras como bisílabas, las sometan a las reglas generales y les pongan la tilde correspondiente. Ello serviría, además, para invitar a éstos, a los hablantes, a formularse la pregunta: ¿cómo las pronuncio yo, cómo las pronuncian mis compañeros de trabajo, mis compadres de bar, los personajes y personajillos que vemos en la tele?
Lo digo porque, recordando mis últimos años laborales, recuerdo a algún compañero de departamento que confesaba que él se sentía incapaz de apreciar esa diferencia, lo que equivale a que se dedique a la música alguien que tiene un pésimo oído para la música.
O sea, y concluyo: yo, que tiendo a ser dócil y sumiso ante la autoridad, en este caso me considero a mí mismo portador de suficiente autoridad como para seguir contraviniendo la norma académica, y escribiendo esa serie de palabras con la tilde que les pertenece.
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