Este blog ha languidecido bastante en los últimos tiempos, casi limitado al goteo cansino de la decimanía.
No por ello me voy a limitar a cerrarlo o abandonarlo para siempre. Al contrario, hoy me propongo introducir una nueva categoría en sus entradas.
La voy a titular “Subrayado en rojo”; y en ella voy a comentar algún despiste en la escritura de alguien, alguna frase que me parece mejorable. Dichas frases van a ser citas ciegas, no indicaré la procedencia. ¿Por qué no? A ver si lo explico.
Básicamente, soy un jubilado bastante aficionado a la lectura. Ello quiere decir que leo libros y periódicos que me gustan, textos de autores a los que generalmente admiro. No es cosa de torturarse, a estas alturas, leyendo algo porque nos sentimos obligados. Si alguna lectura no gusta, se soslaya y se pasa a otra cosa. Siempre queda mucho bueno por leer, y por releer.
Pero el autor admirable o el periodista pulcro también puede, cómo no, tener un desliz: Aliquando bonus dormitat Homerus. Y puede que a mí me salga la vena de antiguo maestrillo y comente lo que falta o lo que sobra, sin dejar de admirar y respetar a quien lo ha escrito.
Verdad es que hace mucho tiempo inicié aquí una sección que se proponía más o menos lo mismo, con el título de Calamitusses, que apenas pasó del intento. Y tanto tiempo ha pasado desde aquel intento, que yo ya soy otro, copiando a Moustaki.
No obstante, la idea fundamental de antes es la misma de ahora: escribir no es solamente escribir. Es también repasar, cuantas veces sea necesario, lo que se ha escrito. Siempre buscando la perfección, o sea, el acabado.
Como ya me he extendido bastante en la presentación de estas que habrán de ser inocentes puntualizaciones, la frase subrayada en rojo de hoy no va a ser comentada por mí; destínase al comentario del curioso lector:
Se rodeó de un par de audaces colegas y crearon un estilo y un lenguaje […].
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