Nació y murió en primavera,
el tiempo que le gustaba:
cuando cáscaras de haba
se encontraban dondequiera.
Tras la agotadora espera,
tras la escasez del invierno,
el campo se daba tierno
para llenar las barrigas.
Con habas, qué buenas migas:
de la abundancia era el cuerno.
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