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Cinco líes

Cuando en la familia va a nacer un niño, o una niña, tú, como padre, o abuelo, o tío, o primo, deseas que se cumplan en él, en las sucesivas etapas de su vida, los cuatro adjetivos y un sustantivo, todos comienzan por li-, en los que cifras la plenitud de su vida, y la felicidad de los responsables de su nacimiento y crianza:
Lindo. Todos en la familia queréis que sea un niño así: lindo, precioso, guapo, hermoso, que provoque las ganas de comérselo a besos.

Listo. Deseáis que, cuando empiece a ir al colegio, la maestra, el dire, la conserje, los compañeros, pero sobre todo la maestra, comenten admirados a los padres, o entre sí: es listo como una ardilla, coge al vuelo las ideas, memoriza los versos, las definiciones, los nombres, las fechas con asombrosa facilidad; y siempre está atento a todo, muy despierto.

Limpio. Esperáis que, llegado a la adolescencia, no se deje ganar por la indolencia y la pereza; que se duche y se cambie de ropa interior a diario, que no plantifique las suelas de sus zapatillas sobre el sofá, que no deje que en su cuarto prospere la maleza como en un descampado, que cuide y ordene sus pertenencias, y que lleve sus manos y sus uñas impolutas.

Libre. Anheláis que, cuando los años lo conduzcan a la mayoría de edad, haya aprendido lo suficiente para ser y sentirse un espíritu libre; que no vaya, como Vicente, a donde va la gente; que no sea gregario sino egregio, con ideas propias las cuales no teme poner en liza con las de los demás, valiente y respetuosamente. Porque «la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos».

Líder. Esperáis que, después de la amorosa, cuidadosa, exquisita, sólida educación y formación que ha ido recibiendo y asimilando, se comporte como un líder, esto es, como una autoridad sólida y moral, como una referencia fiable para los que se mueven en su proximidad. No como un tramposo encumbrado, un arribista aposentado en un cargo obtenido con falsía y ambición. Deseáis que sea una autoridad como Garcilaso lo era en la poesía, «el cual, no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo, ha sido tenido por regla cierta».

Y con esos deseos, anhelos, esperanzas, continuáis viviendo vuestras vidas.