Lo que mi padre quería
era no ser un peón:
qué largos los días son
del que vende noche y día
a un ricachón de alma impía
por un mísero jornal.
Y consiguió su ideal:
deslomarse trabajando
sin que un tal dijera cuándo
su jornada era cabal.
Filed under: Decimanía |
Deja una respuesta