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Todo va quedando atrás.
Pero de pronto un Landero
que me dice aquí te espero
y ahora hasta mí vendrás
a gozar de un libro más
que asno con pesebre lleno.
Y yo, sobrado de heno,
anhelante, pronto, mudo,
a sus páginas acudo,
con su verbo me enveneno.
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Otro día de levante
en el pueblo. Todo gris.
Y son grises hasta mis
pensamientos. Que no cante
el aedo mirlo durante
la benefactora siesta
es la cosa más funesta
que nos inflige este viento.
Cántanos, mirlo, ese cuento
en que el levante se acuesta.
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