Admiro al periodista porque adapta
su escritura al espacio que le han dado,
por escribir contando las palabras.
Quizá es afinidad, no admiración
lo que me acerca a él:
al fin y al cabo lo que más me gusta
es escribir a sílabas contadas.
Y quizá ambos así nos avenimos
(por lo menos un poco)
al aviso evangélico:
Cuenta daréis de la palabra ociosa.
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