Los escritos breves se adaptan bien al blog. Juan Ramón Jiménez hubiera encajado bien en el perfil de bloguero. Dónde mejor que en un blog los sucesivos capítulos de Platero y yo, o los sucesivos asientos de Diario de un poeta recién casado. Salvo por un factor: la gratuidad. Quizá don Juan Ramón tenía un sexto sentido para lo crematístico que le habría desaconsejado este medio. No estoy seguro.
Yo sigo enredado en mi Certe patet, que ya ha cumplido unos cuantos años.
Por otra parte, me parece que tiendo al minimalismo expresivo; que me llevará, paso a paso, a estarme callado y ágrafo para siempre.
El año pasado casi limité mi escritura a las décimas que componen Decimanía 17. Este año estoy recogiendo mis versos, versillos más bien, en un cuaderno titulado Algos (2018). Efectivamente, es título inspirado por Sancho Panza: ver Don Quijote, II, 29.
También aquí están saliendo muchas décimas (la decimanía no se me cura). Alternan con una estrofita para la que, por qué no, he inventado un nombre: gramo. Es una combinación de pentasílabo, endecasílabo, pentasílabo, generalmente sin rima. Pero, ¿eso no es un haiku? Pues no. El verso central del haiku es un heptasílabo; y entre un heptasílabo y un endecasílabo hay mucha distancia (para un oído sensible a las melodías y ritmos de los versos).
Poco más ha brotado en este campo de algos.
Pero, en lugar de esperar a que acabe el año para colocar aquí el cuaderno completo, he decidido colgar ya el cuadernillo del primer trimestre. Como un diario que es, cada entrada, que no siempre es monotemática y monotitular, va precedida por su correspondiente fecha.
Y ahí quede la cosa, enterrada en el blog.
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