Un ave de canto grave,
esa de plumaje oscuro
y de pico corvo y duro,
me pregona que ella sabe,
sin que por ello se alabe,
el destino que me aguarda.
Que ya llega, que no tarda:
-¡Mañana, cras, nunca más!
-A ver, ave, si te vas
con tu profecía parda.
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